Pensar la crianza con humor
Compartimos las reflexiones del periodista y padre Carlos Capdevila acerca de cómo criar a nuestros hijos aplicando cuatro sentidos; el sentido común, el sentido del ridículo, el sentido moral, y el sentido del humor.
Compartimos las reflexiones del periodista y padre Carlos Capdevila acerca de cómo criar a nuestros hijos aplicando cuatro sentidos; el sentido común, el sentido del ridículo, el sentido moral, y el sentido del humor.
Cuando las preocupaciones, las dudas y los miedos alcanzan una intensidad que afectan el bienestar psicofísico e interfieren con la tranquilidad y la capacidad de funcionar de la persona, estamos frente a un Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG).
Esta ansiedad difiere a la de otros trastornos de ansiedad porque no es provocada frente una situación específica (fobia) y es menos intensa que la que se experimentan en las crisis de pánico, pero tienen una duración más extensa, que acompaña a la persona durante todo el día.
El contenido de las preocupaciones no difiere de los temas que nos preocupan a todos: salud propia o de sus familiares, cometer errores en el trabajo, afectar el bienestar familiar, perder el trabajo o la estabilidad económica, etc.
La jornada se ve inundada de preocupaciones alarmistas que irrumpen de manera persistente, y lo mantienen en un estado de tensión permanente. Cada situación cotidiana se vuelve una hazaña a sortear, en la que se espera el peor desencadenante.
Estos pensamientos se vuelven incontrolables, condicionan el estado anímico y perturban la vida personal, social y laboral.
Los síntomas comunes que presentan las personas que padecen de TAG son:
– Síntomas emocionales; anticipación y preocupación excesiva, constante e incontrolable. Incapacidad de tolerar la incertidumbre. Necesidad de reaseguro y aprobación frecuentes. Temor al cambio.
– Síntomas físicos: Tensión muscular, alteraciones en el sueño, nerviosismo, inquietud, irritabilidad, náuseas, diarrea.
– Síntomas conductuales: incapacidad de relajarse, distractibilidad, procastinación, evitar situaciones que lo ponen ansioso.
La Terapia Cognitívo Conductual busca modificar el sistema de creencias para entender el funcionamiento de la preocupación y comenzar a modificar el diálogo interno alarmista que la sostiene.
Esto implica desafiar pensamientos preocupantes irracionales, y aprender a aceptar la incertidumbre en la vida. Discernir que obsesionarse con el peor escenario no es lo mismo que prepararse para enfrentarlo. El terapeuta brindará apoyo para ampliar la seguridad en la capacidad de resolver los problemas, cuando se presenten. Es decir, dejar se preocuparse para ocuparse.
Según la Sociedad Americana de Psicología (American Psychological Association, o APA) hay una serie de señales que pueden ayudar a la persona a determinar si necesita pedir ayuda psicoterapéutica.
Ellas son:
• Sentís regularmente angustia, ansiedad, tristeza, desamparo, negatividad en tu visión al futuro y desesperanza.
• Tenés pensamientos negativos sobre vos mismo, te hablás en un modo negativo, tenés conductas nocivas hacia vos mismo o hacia los demás (incluyendo adicciones o consumos excesivos de elementos seguros e inseguros por igual).
• Estás atravesando momentos de dificultades emocionales, o notás cambios en tus conductas habituales (como dificultad para concentrarte, alteración del sueño, menos memoria, desgano, menos productividad en el trabajo). • Estás disconforme con la manera en la que resolvés o enfrentas situaciones cotidianas (sumisión, abusos emocionales o de otros tipos, incapacidad de darte valor, etc.). • Sentís ganas de mejorar en cualquier aspecto de tu vida, especialmente en el campo emocional e interpersonal.
Si este es tu caso, debés saber que gran número de investigaciones han demostrado que la Psicoterapia Cognitivo Conductual es eficaz para el tratamiento de ciertos tipos de problemas psicológicos y para lograr incrementar el bienestar emocional. Además, enseña habilidades, y brinda nuevas estrategias para tratar los problemas que puedan surgir en el futuro.
Estamos en vacaciones, momento en el que se descansa de la rutina escolar y aumenta el tiempo libre para disfrutar de otras actividades. A pesar de tener juguetes, libros, juegos de mesa, televisión, tablet etc., los niños pueden quejarse de sentirse aburridos.
El aburrimiento es un estado mental, no es sólo el hecho de no tener nada por hacer. Aburrirse no es malo, sino más bien clave para que los niños puedan expandir su creatividad, inventar nuevos juegos, y explorar nuevas pasiones. Es un desafío para el niño que debe generar nuevos recursos y para los padres, que deben tolerar los tiempos, dar el lugar, sin precipitarse con propuestas variadas para “solucionar el problema”.
Los niños que asisten a jornadas escolares extendidas y son seguidas por actividades extracurriculares o por obligaciones académicas como hacer la tarea o estudiar para una evaluación, no están acostumbrados a manejar su tiempo de ocio o suelen recurrir al uso de las nuevas tecnologías, que los deja nuevamente en un rol pasivo. Esto habitualmente agrava el problema. El niño se acostumbra a estar estimulado, entretenido, sin esfuerzo y luego se frustra fácilmente cuando el entretenimiento depende de él.
Los padres deben discernir este momento de transición a una nueva situación de disponer de más tiempo libre, como normal, y dejar que el transcurso de los días, el niño vaya encontrando actividades y nuevos intereses.
Entonces, el niño puede utilizar este aburrimiento, como un momento para aprender a como entretenerse, ser más creativo, ser más flexible, y disfrutar de los momentos en que no están presionados por obligaciones, horarios y actividades.
Es importante distinguir si hay otras emociones involucradas como: • Soledad (por no ver a sus compañeros). • Desconcierto (frente al cambio de la rutina estructurada). • Frustración (por no saber qué hacer con su tiempo libre).
Si los padres sospechan que el niño se siente solo, porque ya no tiene su grupo de amigos del colegio, es importante explicarle que lo que él siente no es aburrimiento sino tristeza por extrañar a sus amigos. Una buena idea es mandar a su amigo un mensaje o video invitándolo a jugar en una casa o una plaza para que pueda encontrarse con ellos y disfrutar de su compañía.
Para aquellos niños con más dificultades para adaptarse a los cambios, esto puede ser una situación provocadora de estrés, por lo que se recomienda armar una rutina con algunas actividades que le permitan comprender como va a pasar ese tiempo libre, con quien, que cosas se hacen en vacaciones. Algunos niños les resulta útil mostrarlo en un almanaque gigante que les permita saber cuándo estarán vacacionando en casa, si tienen programando algún viaje y cuando será el regreso a la escuela.
En vacaciones, los adultos también podemos encontrar el tiempo para hacer actividades más desestructuradas, relajarnos al aire libre, y aprovechar el clima del verano para disfrutar de ver las estrellas, hacer picnics, salir de la rutina. También es un buen momento para conversar sobre lo que los papas disfrutaban hacer en vacaciones cuando eran chicos, cuáles eran sus juegos favoritos en el verano y con quienes compartían ese tiempo libre.
Teniendo en cuenta que el periodo de vacaciones es extenso, es posible que los niños recurran a los papás para expandir sus opciones de actividades y siempre resulta útil tener ideas que sean apropiadas para la edad y los intereses del niño. Es recomendable brindar sólo pocas opciones a la vez, para que sea fácil para el niño elegir y orientarlo en los materiales que necesitara para hacer la actividad, si es una actividad que puede realizar solo o va necesitar de nuestro apoyo.
Nunca viene mal para aprovechar este momento que los niños están más relajados, para enseñarles tareas domésticas sencillas apropiadas a su edad, en las que puedan aumentar su autonomía, y sentirse útiles en la casa como cuidar a la mascota, ordenar su habitación, regar las plantas o en niños más grandes, hacer las compras, preparar el almuerzo, lavar los platos, etc.
En consecuencia, el aburrimiento es normal y necesario, puede ser una gran oportunidad para que los niños sean más creativos, responsables e independientes. ¡¡A no desaprovecharlo!!
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